La hermosa fea, de Lope de Vega

13/10/2010 at 9:42 pm (Señor Petardo, teatro, truños infumables) (, , , , )

De las discretas razones de cómo un público carcoma convierte algo malo en algo feo y de la desventura del Petardo en el corral de comedias de Gijón, con otros acontecimientos famosos.

Iba Petardo dirigiendo sus tristes pasos hacia el Teatro Jovellanos pensando en sus cuitas:

Petardo: A la vera del Paseo Begoña hallaré la solución a mis tribulaciones, puesto que voy a asistir a una representación clásica que me reconfortará el cuerpo y me satisfará el pensamiento.

Mi alma negra: ¡Desconfía Petardo!, he oído en la taberna que no se trata de la chanza que te esperas, si no de un ejercicio de bufones sin talento, ambientado en el siglo XX además. ¡Peligro!, ¡modernez!

Mi alma blanca: No atiendas oscuras razones, Petardo. Sus palabras son fruto de negras envidias al talento y la gracia ajenas.

P: A tí te haré caso luz del alba. La lóbrega voz de mi negra alma no siembra de desconfianza mi apresto al arte.

AN: Te arrepentirás…

P: ¡Basta de ripios! Dispongámonos para la disipación almas mías…

Así la comedia dio comienzo, y también la confusión del Petardo al no ver a un actor sobre las tablas, si no a un fallido juglar de medio pelo entonando con un ¿forzado? destemple una tonadilla de presentación del espectáculo.

AN: Lo advertí, mas todavía estás a tiempo. Huye del anfiteatro con los fotógrafos y cámaras variados que siempre ven sólo los primeros cinco minutos de los espectáculos, y que marchan haciendo ruido dejando las cortinas abiertas. ¡Huíd insensatos!

AB: Paciencia amigo. Un gentilhombre no abandona con el primer obstáculo. Cambiará… debe cambiar.

P: Firme me mantendré en mi escaño. Esto no es más que el comienzo, y aunque dubitativo, confío.

La comedia continuó, y a cada nuevo personaje en escena le siguió una nueva cantinela con instrumentos enlatados. ¿Aquello era teatro o un musical del Un, dos, tres…? La cara del Petardo se desencajaba por momentos, y entonces apareció Él.

P: ¿Quién es ese payaso que imita a Jim Carrey -un moderno bufón de inverosímil éxito-? y ¿por qué se ríen todas estas señoras que invaden mi espacio vital?

AB: Es el personaje bufo, y como tal, sobreactúa para dejar claro su papel. En cuanto a su forma de moverse y sus constantes giros de voz… confieso que es extraño, mas le da cierto punto a la obra…

AN: Es ridículo. Una tomadura de pelo que sólo la carcoma puede apreciar. Escucha cómo se mofan, Petardo. No lo hacen del desgarbado personaje, si no de tí.

P: No puedo escuchar cómo se ríen porque no dejan de hablar y toser. ¡Silencio!, ¿eso que oigo es el envoltorio de un caramelo?, ¿y un teléfono móvil?, ¿dos?, ¿¿¿tres???

AB: …

La comedia llegó a su fin, mas los soniquetes del «Un, dos, tres» y las secuelas de la silicosis crónica del respetable la acompañaron en toda su grandeza. Petardo no supo donde meterse a la hora de los aplausos.

P: Justo fin para este mediocre espectáculo. Un aplauso por actor y ni un momento más en mi memoria.

AN: Yo te lo recordaré. Será mi venganza por hacerme sufrir más de dos horas…

AB: Yo te lo recordaré. Será mi venganza por hacerme sufrir más de dos horas…

El grito, de MunchSeñor Petardo

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